miércoles, 1 de febrero de 2012

EL PADRE, EL HIJO Y LOS CLAVOS

Un padre entregó a su hijo un puñado de clavos, una tabla, un martillo y le dijo.

- Cada vez que tu conciencia te diga que has hecho o dicho algo que no esta bien, clava un clavo en la tabla. Cuando hayas terminado me avisas.

A pocos días, el niño llevó al padre la tabla llena de clavos.

- Bien dijo el padre, y mientras tomaba el martillo de la mano del niño le dada una tenaza, agregó:

- Ahora te propongo otra cosa. Cada vez que estés seguro de haber procedido bien, arranca un clavo.

En menos tiempo que le había llevado clavar los clavos, el hijo volvió con la tabla vacía.

- Los desclave todos papá, – exclamo con mucha alegría. El padre lo abrazó y le dijo emocionado:

- Me siento feliz al comprobar que en tan corto tiempo has logrado compensar tu proceder anterior.

Pero si observas la tabla verás que cada clavo ha dejado su huella. Recuérdalo. Tolstoi

Resulta importante tener siempre presente la forma correcta en la que debemos comportarnos en nuestra vida cotidiana. Es importante entender que al respetar y comprender a nuestro prójimo, también lo estamos haciendo con nosotros mismos. Es posible que en algún momento del día, producto de la tensión, te comportes de una manera poco adecuada. Recuerda que pedir perdón con sinceridad, demuestra la madurez de tu espíritu.

No debes de olvidarte que en una conversación, lo importante no es tener la razón, sino compartir tu punto de vista. Has de recordar que cada uno es responsable de sus actos y que muchas veces las personas necesitan equivocarse para aprender.

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