
Mientras lo llevaba a su casa en mi coche, el carpintero se sentó en silencio. Una vez llegamos a su casa, me invitó muy cordialmente a pasar a conocer a su familia. Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo unos instantes frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos.
Cuando la puerta se abrió ocurrió una sorprendente transformación, su bronceada cara estaba plena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su amada esposa. Luego de compartir un refresco con ellos, el carpintero me acompaño a mi coche, y al pasar por el pequeño árbol, sentí la curiosidad de preguntarle acerca de lo que había hecho hacia unos instantes antes de entrar.
¡Oh! – Exclamo con determinación – Ése que ves allí es mi árbol de los problemas. Como se que no puedo evitar tener problemas en el trabajo, no significa que dichos problemas me los tenga que traer a casa. Lo que es seguro que los problemas no pertenecen ni a mi casa, ni a mi esposa y mucho menos a mis pequeños hijos. Así que cada día que vuelvo, justo antes de entrar en caso cuelgo todos mis problemas en el árbol. Luego, por la mañana, los recojo otra vez. Lo divertido es – exclamo sonriente – que cuando salgo por la mañana a recogerlos, ni remotamente hay tantos problemas como los que recuerdo haber colgado la noche anterior.
Autor desconocido.
Los problemas y como convivir con ellos
Que hermosa forma de asimilar lo que muchos nos tomamos a drástico. Los problemas siempre existen y hay que aprender a convivir con ellos. Uno puede intentar muchas cosas, invertir mucha de su energía en planificar y organizar, pero finalmente los problemas se presentan igual. Nuestro aprendizaje en esta vida pasa por dejar fluir las cosas y aprender a aceptar todo cuento nos sucede.
No hay comentarios:
Publicar un comentario