jueves, 8 de diciembre de 2011

Y SI NOS TRATAMOS MEJOR? Por Jorge Bucay

Decían los griegos que enojarse es fácil, pero enojarse con la persona adecuada y con la intensidad adecuada, era sólo de sabios.

Había una vez en un pueblo un peluquero que era famoso por su mal humor, su actitud agria y su pesimismo. Como era la única peluquería, todos en el pueblo eran sus clientes obligados. Un día, uno de ellos le contó que se iba de paseo a Europa:

- ¿Europa? -preguntó el hombre dando un corte profundo en el pelo del cliente. ¿Para qué va a ir a Europa? Allá todo es viejo y lleno de polvo. Los famosos son antipáticos, los alemanes son fríos, los españoles no se enteran de nada, los suizos... ufff, mejor ni hablar de los suizos.

- Bueno, en realidad es que voy especialmente a Italia.

- ¿Italia? ¿Cómo se le ocurre? Allá todo es complicado, nadie presta atención, todo es una reliquia, no se puede tocar ni mirar nada, ni caminar por ningún lado.

- Es que me hace mucha ilusión ir al Vaticano en Roma para ver al Papa.

- ¿Ver al Papa? ¿Usted sabe lo que es la plaza de San Pedro? Cientos de miles de personas apiñadas mirando pequeñas ventanitas en un edificio vetusto. De repente, se abre una ventana y alguien le dice que ese puntito blanco que ni siquiera se ve, es el Papa.

Al finalizar el corte de pelo, el cliente se despidió y se fue. Tres meses después, el cliente va de nuevo a la peluquería y el peluquero le pregunta en tono sarcástico:

- ¿Y, qué tal Europa?

El hombre, bajando la cabeza, le dijo:

- "La verdad es que de muchas maneras usted tenía razón, sobre todo en lo del Vaticano".

- ¿Vio? Se lo dije. Un puntito blanco en una ventana.

- Sí, claro, pero pasó algo increíble. Mientras estábamos en la plaza, el Santo Padre decidió bajar de sus aposentos y caminar entre la gente. Se imagina la emoción, verlo de cerca. Mucho más cuando me di cuenta que caminaba con decisión hacia donde estaba yo. No imagina mi sorpresa cuando el Papa en persona se detuvo frente a mí.

- ¿Cuénteme, cómo fue eso? -dijo el peluquero con una mueca de fastidio-.

El cliente siguió:

- El Papa me acarició la cabeza y me dijo algo que nunca olvidaré.

- ¿Qué le dijo el Papa?

- Me dijo: ¿Quién es el animal que te corta el pelo?

Es responsabilidad de todos dejar de lado el maltrato cotidiano. El reto es ser amable, aún con quienes no lo son. El reto es ser capaz de contestar amablemente al que no es amable con nosotros, ser capaz de sonreír pacífico ante aquellos que están en esos días insufribles, capaces de cruzar la calle para saludar afectuoso al vecino que ni nos vio, agobiado por la urgencia de sus problemas.

Alguien puede creer que esto es una simple propuesta diplomática, o la expresión de un cierto servilismo idiota; no lo creo. Este paso es darnos cuenta de lo difícil que sería intentar recorrer el camino de la realización personal en absoluta soledad, sin compañeros de ruta, sin la mirada de otros, sin el afecto de algunos.

Nadie llega demasiado lejos sin afecto. Nadie ve el horizonte si no consigue antes relacionarse amorosamente con los que lo rodean. Nadie triunfa sin ser amado.

¿Cuántas veces has hecho víctima a otros de tu cargo, poder o condición? Es responsabilidad de todos dejar de lado el maltrato cotidiano a que nos sometemos mutuamente. Es hora de crecer en el respeto a los demás, y esto implica no hacer pagar a otros el precio de nuestra frustración o fastidio. Somos nosotros quienes debemos generalizar el buen trato y desactivar así la cadena de malos tratos que solemos llamar desplazamiento. Maltrato a mi esposa porque mi jefe me maltrata y ella enojada e impotente se enoja con el muchacho que trae la cesta con las compras y él se desquita en el puntapié que le da al gato que cruza en el callejón.

Jorge Bucay

No hay comentarios:

Publicar un comentario